sábado, 2 de octubre de 2010

- Me voy.
- Ten cuidado.
- ¿Con qué?
- Con todo, una ducha, una comida y un entierro pueden ser peligrosos.
- No tanto como las palabras. Y a esas ya me las conozco.
Le dije a un amigo que ya había llorado lo que tenía que llorar, que hoy no lloraría más. Se ve que no.
Me presentaron parientes lejanos, y no tan lejanos. Para ser sincero recuerdo muchas caras y pocos nombres.
- ¿Que pasa, Paquito?
Miro y no contesto, estoy en un funeral, ¿qué respuesta espera?
- ¿Como te va la vida?
Vacilo, y decido responder.
- Normal...
- ¿Normal o bien? - insiste irritándome.
"Mi abuelo ha muerto, ¿cómo quieres que esté?, gilipollas", pensé, pero me limité a solidificar mi respuesta anterior:
- Normal.
Continuó hablando, pero me las apañé para irme. No creo que sus intenciones fueran malas, pero no dio con las palabras adecuadas. Las palabras son peligrosas. Los entierros también.

2 comentarios:

Unknown dijo...

¿y cuáles son las palabras adecuadas para algo así?
Un beso

Fran Costa dijo...

No hay palabras adecuadas.
Mejor estar cayado.