Nos quedamos a solas, en silencio. Nos miramos, me abrazas. Te agarro para que no me sueltes, me besas, te beso. Beso a beso, sin pecado.

- Te quiero, fran.
- Sé que nunca me crees, pero yo te quiero mucho más.
- Qué va, yo más.

Y ahí debí llamarte gilipollas, debí decirte que no tienes idea, que yo te quiero mil veces más, porque soy yo el que vuela cuando sonríes, porque si tú me quisieras tanto estarías aquí, calmando esto, dándole sentido a esta tormenta que reviviría mil veces si fueras tú la recompensa.

Pero me callé, dejé que me agarraras de la mano arrastrándome donde la realidad gana terreno, donde eres tú el que me quiere menos.

Esa 'H' valió la pena, pues con cada lágrima contada me adentré en un mundo de locos, de sombrereros, de enmascarados, de casualidades y columnas de arena. Poco a poco descubrí cosas más grandes que el cielo, conocí a un rey, a un soñado moreno, un falso príncipe blanco y un gemelo problemas. Y ahora toca elegir entre ese mundo u otro. Tonteando con un anillo en forma de corona pienso la decisión más acertada.

La verdad es que no sé cuál es más tonto de los dos. Cuál más cobarde.

No eres el amor de mi vida, pero hasta ahora nadie me ha hecho tan feliz.

Qué genial volver a ser amigos. Te eché tanto de menos entonces, que cuando las brujas me dijeron que esto sucedería no les creí. Amigo mío, si fue un placer compartir contigo mi infancia, lo será también compartir mi presente.

No es que esté triste, es que la última vez que me tragué palabras se me hicieron un nudo semestral. Y ahora estamos en la fecha, ahora el tiempo se cruza y el espacio no es espacio, como la esquina en la que espera un monstruo, como el muelle donde espero yo. Un chaquetón rojo, un espejo redondo, un grupo de música, un par de anillos, un camaceo con la foto errónea, una infidelidad no consumida, unos zapatos rotos y otros decoloridos, arena embotellada, fotografías borradas y el mismo sol que ayer.

Anoche me acosté tarde, sólo tuve los ojos cerrados unos segundos antes de levantarme de nuevo de tu cama. Me acerqué a la ventana para que me diera el aire, el corazón me latía fuerte, sí, ya sabes, como me ha pasado tantas veces. Luego viento, furia, vacío. Me repito que no es real, una y otra vez, y tú me miras desde la cama, con cara de confusión. Vacío. Despertar.

Queda poca arena por caer, con el último grano decidiré qué reino.
Aunque todos sabemos que rey sólo hay uno.

Las estrellas se teñirán de marrón y azul y luego caerán cuando los cuerpos iguales se muerdan ante fuegos danzantes. Y es que el espacio y el tiempo son tan relativos, alternativos, desquiciantes y mágicos. Embotella arena, oye el mar. Volvamos a empezar. Y es que no se trata de teoría ni práctica, no es ni mente ni razón, es el empuje de un búho de madera, de unos zapatos medio rotos, de una luna que sonríe, de un príncipe que regresa.

Anoche volvieron a convencerme los barrotes de agua, me hicieron ir a verte. Nos sentamos en el balcón donde alguna vez lloré, y te conté. Te conté toda la verdad, de principio a fin, incomprensible e irritante, porque ni yo la entiendo. Te dije todo lo que había en mi pecho, en mi mente. Y no recuerdo bien el final, creo que te besé, o me besaste, o quizá ninguno hizo nada, pero ambos queríamos. Al despertar del trance entre gota y gota intenté asumir lo imposible, y es por eso que a veces lloro, porque no hay respuesta a esa cosa sin interrogación, porque no hay camino ni contigo ni sin ti. Como tú no hay nadie.

Me he vuelto a perder buscando la errata que jodió lo tuyo y lo mío, lo irreal y genial. He vuelto a imaginar otra realidad, pero amor mío, ha vuelto a salir mal. ¿Crees que algún camino era el bueno?

Arena, arena, colores, y mar.

La figura del muelle no era yo, ni siquiera era de una historia por escribir, sino un recuerdo robado. Ahora que todo ha llegado al punto máximo en el que yo, como sujeto independiente, me aburro de todos vosotros, me decido a fingir que no existís. Y es que para mí no estáis muerto, simplemente no sois reales, y es que vosotros sabéis que no lo sois. Aburrido quedo y olvidados quedáis. Solo hay una pequeña excepción bajo una corona de doce puntas que esperemos nunca vea un lunes en todo su calendario.

Debí cerrar el portal cuando estaba a tiempo. Ahora estoy a punto de cambiar mi mundo por un par de sombrereros.

No es oro todo lo que reluce. Y nunca creí en el blanco y en botella.

Soy una gran repetición, aleatoria, pero igualmente repetitiva.

Ya no sé cómo expresar cómo me siento. Esto es tan raro y nada tiene sentido.
Dejad de decir que entendéis. Mi mente está rota y mi alma cansada.
Estoy agotado.

Fuerte disputa entre posibilidad y realidad.

Queda poco para terminar los exámes, para ser mayor de edad.
Queda poco para que haga un año, y aún busco la manera de recuperar mi sonrisa.

Sé que había algo que me hacía el más feliz del mundo, pero no recuerdo qué es... como el juguete preferido de tu infancia, que lo pierdes y, aunque no lo recuerdes, siempre lo echas de menos.

Voy a dejaros con la boca abierta.

¿Qué pacto abominable y nauseabundo tengo que hacer para que me devuelvas mi cordura y la tranquilidad a este corazón patata?

Todo el mundo tiene fuerzas para cambiar el mundo, para cambiar su mundo.
Yo empiezo hoy.

Sale el sol y brindamos con vino, tú me dices que hoy habrá follón. Ha venido un tipo decidido preguntando por mi corazón, tu le has dicho que lo hemos perdido, que te lo dejaste en un cajón, quizás donde está la ropa sucia, o de trapo junto a mi ilusión. Y he tenido que decírle al mundo que estoy bien. He tenido que sonreir sin ganas, y aún puedo creer mi papel.

Todo ha salido genial, todo ha sido jodidamente perfecto, pero toca volver a la realidad.
¿Por qué me siento tan jodidamente vacío?