Me levanté un poco mejor que ayer, pero aun así me encontraba un poco mal. Mis padres me pidieron cita en el médico. Me recetaron unas pastillitas y listo. Mientras, a unos kilómetros, un hombre ya mayor limpia un espejo enorme, lo descuelga de la pared y sale de casa.
Al salir del centro de salud abro el libro y continuo leyéndolo. Alicia en el país de las maravillas. La historia original es mucho mejor que la versionada por Disney. Me encanta esa locura basada en deducciones lógicas, casi me espanta.
Me monto en el coche, vamos a diferentes sitios, no sé a qué, ni a dónde. Estoy inmerso en la lectura y sólo espero no marearme. Cierro el libro y miro por la ventanilla. Un hombre camina despacio cargando con un espejo. El coche para junto al contenedor donde, un minuto después, deja apoyado el espejo. Y se marcha por donde a venido, a la misma velocidad.
Abro el libro de nuevo y sigo por dónde lo había dejado. Espejo. Lo miro de reojo. Sigo la lectura. Espejo. Vuelvo a mirarlo. Termino de leer la página. Espejo. Cierro el libro. Miro largo rato ese espejo redondo. Suspiro. Me bajo del coche y lo cojo. Sin decir nada veo que mi padre ha abierto el maletero, guay. Lo meto dentro y vuelvo a mi asiento. Continuo leyendo, pero con una sonrisa. ¿Cómo puede alegrarme algo así?
Llego a casa, y me dispongo a limpiarlo a fondo. Wow, está impecable, recién lavado, diría yo. Ya que estoy, aprovecho para ordenar un poco el dormitorio. Me ha llevado toda la tarde, pero eso no ha impedido que pensase en las cinco personas en las que pienso cada día.
Me miro en el espejo "nuevo". Me gustaría que me vieses hoy, estoy seguro de que te gustaría, aunque también estoy seguro de que te reirías de mí un rato hasta que me pusiese un poco rojo. Durante un rato me viene de todo a la cabeza. Y lo reconozco, cunde el pánico.
Me sobra tiempo. Me ducho y, tras secarme el pelo para no empeorar el constipado, me tiro en la cama a cumplir un gran deberías que debí haber cumplido hace tiempo. Mis documentos, películas, 500 días juntos.
Vaya, es original, parece que juega con el orden de las escenas, como "Olvídate de mí". Me acomodo y apago la luz. Continúo con la peli. Alguien me mira de pie desde la esquina. Le ignoro y sigo con la peli, pero su mirada me inquieta más y más. Estiro el brazo y giro la silla del escritorio hasta ponerla mirando al ordenador portátil que tengo sobre las piernas. Doy un par de palmadas sobre el asiento invitándole a sentarse. Giro un poco la pantalla para que podamos ver ambos. Creo que estoy loco.
En la peli algunas escenas de los enamorados en IKEA. Jodida mierda, otro flash. Abundan mucho estos días. No hay quien me entienda. No quiero revivir esa escena de la película. No quiero revivir esa escena de mi película. O sí. Gasto unos minutos en recordar pequeños detalles de ese día. Genial, cara de imbécil, la echaba de menos. "Dame, yo lo llevo". Y después vuelo hasta la playa, es de noche, ¿cómo no? Me niego, no más recuerdos por hoy.
Vuelvo a la película. "Ese día ella dijo ocho palabras que lo cambiaron todo: "Nunca le había contado esto a nadie antes". Sonrío, tengo ganas de llorar de hace rato. Y ahora más aún. Os adelanto que no he llorado, pero ya quisiera.
Otro joven enamorado en la pantalla describe a su mujer ideal pero explica que prefiere a su pareja actual. Se justifica diciendo: Ella... ella es mejor que la chica de mis sueños... ella es real. No pienso comentar la dichosa frase.
La luz está encendida de nuevo, y no sé si mi acompañante se ha ido ya o lee la pantalla mientras le menciono. Miro alrededor, como suelo hacer cuando escribo. Esperaba sentirme orgulloso por haber logrado organizar todo esto, pero no, casi me da igual y ya pienso en mejorarlo. El espejo está apoyado en la pared, a los pies de la cama. En él puedo ver a ese hombre. Su vida y la mía se han cruzado. El mismo espejo que guarda el reflejo de sus recuerdos mañana guardará los reflejos de mi futuro. Hay una mujer reflejada, con eso me vale para saber que tiene una gran historia oculta.
Antes de dormir, mientras escribo esto, charlo con un amigo que ha soportado mis delirios desde principios de junio.
Él: Así como vienen, se van. Es simple.
Yo: Supongo. No me preocupa perderle. Creo. O sí. Sí... Me preocupa mucho. Verás... es que me resulta imposible vivir algo así con alguien y luego desaparezca. Vives un cuento precioso, tan increíble que no sabes qué pedir a las estrellas fugaces por que ya lo tienes todo. Y... convirtiéndose en purpurina dorada... desaparece.