jueves, 26 de agosto de 2010

Dicen que al estar cerca de la muerte uno ve su vida pasar ante sus ojos en forma de diapositivas. No podría imaginar algo así, mi imaginación no llega a tanto. En mis 17 años he recopilado muchos e importantes recuerdos que he ido guardando en mis bolsillos y zapatos. Sería precioso ver una recopilación a cámara rápida. Pienso que soy afortunado por tener una historia como la mía. Las hay mejores, pero no son mías. Tengo muchísimos recuerdos simples y desordenados pero los amo profundamente.

Una tarde sentí que algo me llamaba desde la playa, cogí mis patines y fui. Recuerdo que al llegar me calcé, estuve andando un rato por la arena y me senté. No sabía qué hacía allí, pero era el sitio en el que tenía que estar en ese momento. Un mosquito vino a mí a romper mi tranquilidad y apartar mi concentración de mis dudas. Parecía que me estuviera echando. Me puse de mal humor y me negué a levantarme. El mosquito desapareció. Unos segundos después volvió acompañado. Entonces sí que tuve que levantarme y cambiarme de sitio. Tampoco sirvió de nada, no encontré lo que buscaba. Vi algunas parejas que paseaban de la mano a la orilla del mar. Era bonito, pero no fui allí para ver eso. El cielo estaba anaranjado por la puesta de sol, cuando empezó a oscurecerse volví a ponerme los patines y volví a casa. Quizás me equivocas de día, quizás de sitio, quizás no miré bien, pero algo había ahí para mí.

Recuerdo la primera carcajada con mi mejor amiga. Habíamos quedado para comer fuera, en el parque. Habíamos llevado bocatas, y mientras comíamos nos fotografiábamos. La cámara estaba relentizada y tardaba mucho en pasar de una fotografía a otra. Ella hizo un chiste al respecto y me reí tanto que decidí guardar el recuerdo. Ese día supe que esa amistad iba a crecer.

También veo con claridad el momento en el que vi mis queridos zapatos marrones. Nunca he puesto empeño en la ropa, y menos aun en los zapatos. Pero esos me llamaron. Recuerdo que al probármelos sentí que me quedaban pequeños. Fingí que eran cómodos. Pocos días después tenían la forma de mi pie, y desde entonces son los zapatos más cómodos que he tenido. Hoy día están rotos, y empeoran por momentos. Creo que va siendo hora de despedirme de ellos. Quizás el problema está en que ya no caben más recuerdos dentro de ellos.

También recuerdo aquella noche no muy calurosa en la que estaba en la playa con unos amigos. Decidí bañarme, y alguien a quien no aprecio demasiado decidió acompañarme. Nos desvestimos y quedamos en boxer. Su compañía no era tan desagradable como siempre. Me limité a quedarme quieto flotando. No se apreciaba el horizonte, así que el cielo y el agua parecían estar unidos. El cielo estaba totalmente lleno de estrellas, y yo sentía que flotaba entre ellas. Qué cursi, y qué recuerdo tan bonito.


Supongo que en los años que me quedan podré recopilar mejores recuerdos y guardarlos en zapatos nuevos. Supongo que tendré que esforzarme para poder tener unas bonitas diapositivas en mi momento final.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Tras una noche sin interrupciones pero con sueños extraños que no logro analizar desperté gracias a los gritos de mi hermana. Me encanta que use ese mote conmigo. Me incorporo para apagar el ventilador, tengo frío. Ya no tengo fiebre. Miro la hora, es tarde para desayunar. Miro alrededor, no sé qué hacer. Huelo a rayos, debería ducharme.

Hace tiempo que pienso en las mismas cosas; aprender, crecer y despertar. Se aprende a base de palos. Nunca me ha gustado esa frase, pero quizás sea en parte cierta. No necesitas un golpe para aprender algo, pero sí, casi siempre, al aprender algo te sientes golpeado. En cuando una verdad entra en tu vida otra verdad más cómoda tiene que alejarse. Al aprender uno mismo ve que aquello que creía cierto no lo era. Es duro ver que alguien es diferente a como creías, o incluso averiguar que es un desconocido.

"Es que aburres".

Guay, esa frase lo dice todo. Un claro ejemplo para este párrafo que generaliza el aprendizaje social humano. Ahora me centro en aprender sobre uno mismo. ¿Cómo? Sí, con un golpe. Recuerdo una etapa de mi vida que ronda la primavera del 2007 en la que no sabía quién coño era. Ahora, dos años después empiezo a dudar de nuevo, aunque no de la misma manera. Sé qué soy, qué hice, y qué haré. Pero todo se confunde un poco cuando hablamos de principios e ideales. Es complicado tener una mentalidad firme en este mundo, y quizás más a mi edad.

A pesar de algunas grandes dudas sobre el mundo y sus acciones, hay cosas que tengo realmente claras. Pero mi problema llega cuando después de querer a alguien gracias a una pequeña amistad forjada durante meses descubro que sus principios atacan y se ríen de los míos. "Yo me visto así para llamar la atención, porque yo no me fijaría en un tío si no llamara la atención". Destaco dos detalles. Detalle uno; las palabras de esa frase al salir de su boca fueron cogiendo forma y color y se agruparon sobre su cabeza creando un cartel luminoso con grandes letras: superficial. Detalle dos; dijo "chico", admítelo, eres gay.

- No, si quieres me pongo unos zapatos como los tuyos, to' rotos.

Él jamás querrá a ningún par de zapatos como yo quiero a los míos. Simplemente porque él mira sus colores y las puertas superficiales que le abre. En cambio yo miro dentro, y hay millones de recuerdos y risas, veo el día en que los vi y supe que eran para mí, veo el fango que pisé con ellos, y cemento, y sobre todo, veo arena, mucha arena que algún día sacudí, pero siempre quedará algún granito.

- Conozco una bonita frase. Me sentía desafortunado por no tener zapatos pero un día conocí a alguien que no tenía pies. Amigo, tengo los zapatos rotos, aun así, es señal de que tengo pies.

No me esforcé en explicarle los recuerdos que ocultan, porque son recuerdos que no visten telas de colores y por lo tanto no captarían su atención.

- Si alguien se fijara en ti por tu ropa, tendrías un problema. Debes conseguir a alguien que aprecie como eres, pues tu exterior cambiará y se deteriorará a lo largo de toda tu vida desde ya.

Siempre he sabido que es inútil utilizar palabras despiertas cuando hablas con gente dormida. Pero soy un cabezota irritante. Me decepciona recordar que me sentí ofendido. Alguien a esa altura puede hacerme daño... qué débil soy.


Paso dos, crecer. Aceptar lo aprendido y usarlo. Guay, ni zorra de cómo hacerlo. Si aprender despacio duele, crecer rápido también debería. "Acéptale como es o déjale" solía decir mi madre en mi infancia cuando discutía con mi único y mejor amigo. Si me alejo de todos los dormidos no tendré vida social. Última opción; aceptarles. Esto me recuerda otra frase bastante importante en una etapa de mi vida que ni siquiera sé cuánto duró; venimos al mundo para aprender a querer. Reflexionemos.

Todo/as buscan a su príncipe (o princesa) azul. ¿No? Bien, pero ¿quién intenta serlo? Ellos se quejan de no encontrarlo!! Amigos, no existe!! Nadie se esfuerza en serlo, ni siquiera vosotros. Si queréis príncipes tendréis que merecerlos.

Segunda reflexión. Aprender a querer. Bien, sinceridad y mentiras. El cortejo humano comienza generalmente con mentiras, con el tiempo ambos se quieren, y luego, el velo se destapa y los nudos de sus máscaras se van desatando dejándolas caer, mostrando el verdadero rostro del alma. Ahí todo se rompe. ¿Solución? Sinceridad. Hará cosa de un mes aprendí que no soy tan transparente como creía, y comencé a serlo. Recuerdos buenos y malos, los cuentos y los oigo. Acciones, buenas y malas, las cuento y las oigo. Sincerdad asquerosa y cómoda. Supongo que ahí además de empezar a conocer realmente a alguien, también empecé a conocerme realmente a mí. Pero todo esto no es más que un paréntesis, con todo esto quiero decir que querer no es fácil. Al menos no lo es cuando no hay máscaras de por medio. Al saber los defectos de alguien, al conocer su pasado, es más complicado abrazarle y sentir amor. Aprender a querer. Nadie es perfecto, y todos necesitamos ser amados.

Creo que lo doloroso de ser totalmente transparente no es la reacción de los demás, sino el descubrir tú mismo que tu esencia tiene manchas que tienes que limpiar sin ayuda.

Último paso; despertar. Alguien bromeó una vez: prueba echándole agua fría. Sería genial si fuera tan fácil. ¿Habrá alguna manera? ¿Puede un dormido despertar? Sin emoción ni pena mantengo la mirada porque no sé donde mirar. Realmente mis sentimientos ya no giran en torno al mundo, ni en torno a mí. Hay algo más grande ahora y desconozco el qué.


Despertad. Mirad este mundo real.

sábado, 21 de agosto de 2010

Noches largas. Mareos. Sudores. Millones de voces gritando.
Hace unos días dudaba del por qué. Ahora... inesperadamente veo un flash de luz que ilumina las udas y me hace sentir realmente ingenuo.

Siempre he sido un patoso. Un pensamiento aparece en tu cabeza y tu vida entera gira agresivamente. Voy a vomitar.

Repito las mismas frases en mi mente. Y pienso, ya no en el pasado, sino en el escalofriante futuro que me espera.


Veo varios caminos, y, sinceramente, ninguno me hará feliz. Todos me dan miedo. Que duela, así sabremos que estamos vivos. Es divertido intentarlo, tormentoso fallar.

Palabras de perdón que se convirtieron en una súplica de ser recordado, que luego murieron para pedir un regreso.



Feliz o no voy forjando algo dentro de mí.
Es dificultoso e irritante, pero necesario.

Aprendamos sobre la vida.
Sobre el amor.
Sobre uno mismo.
Aprendamos que hay cosas más peligrosas que las armas.

jueves, 19 de agosto de 2010

Hace pocas noches un buen amigo me habló de una atracción de feria, un laberinto formado con cristales tan limpios que no se pueden ver. Bien, el destino me parece muy parecido a dicha atracción. Desde donde estás puedes ver la meta, es más, está asegurada. Pero un cristal te impide ir en linea recta. Entonces te ves obligado a girar, dejando a un lado esa puerta que deja ver la luz del día.

No comprendo las curvas de este camino de baldosas amarillas.

Cada vez me resulta más dificultoso entender este pequeño mundo que tanto me apasiona. No entiendo sus contradicciones. ¿Mienten? ¿Por qué? A veces el destino dice las palabras necesarias para cumplir lo escrito en lugar de decir verdades que destruirían el futuro. Un trozo de cristal rosa giró en sentido contrario.

No podía comprender lo que pasaba, ni podía comprenderla a ella. La quería, pero no me sentía feliz. Empecé a darme cuenta de que en verdad no comprendía nada. Así que decidí dejar mi planeta e ir a recorrer el universo para intentar aprender algo.


Ahora que todo está confuso y mis ojos se llenan de lágrimas que no caen, dudo sobre el por qué. Una inmensa alegría acompaña al puño que me agarra el pecho.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Ahora que no puedo hablar de sentimientos osucuros creo que tampoco puedo hablar de ninguno. Las mismas palabras se repiten en mi cabeza, y qué? no sé la respuesta a tu pregunta. No sé cómo ayudar, y comienzo a dudar de todo.

Hay trozos de recuerdos rotos en el tiempo, y cuando un segundo pasa, esos trozos arañan el reloj. Tonto de mí que caigo siempre en el mismo agujero, y sí, seguiré cayendo muchas más veces.

Veo futuros y presentes alternativos. Todos me asustan, y ni siquiera sé cuál deseo. No haré feliz a nadie, el destino habló hace tiempo.

Hablábamos de máscaras, de mostrar lo que somos o fingir. Bien, tú que me has visto mi yo más real, tú, tú has puesto la máscara más adecuada delante de mi cara para que así sea más llevadero...

Si hubiera una manera de soltar la piel un segundo, de desnudarnos el alma y ver dentro, entonces sabrías que todo fue y es real. Que soy idiota, pero no malvado.


Noches de pesadillas incesantes intentan avisarme de algo que no logro ver. El miedo se acerca aunque aun no lo puedo sentir. Que un destello te habra los ojos. Que las estrellas cumplan los deseos más adecuados.

Algún día verás, algún día.

jueves, 12 de agosto de 2010

Querida Tú, hoy me decido a darte las gracias una vez más. No, boba, no te agradezco nada en especial, sino todo. Por esos problemas que me has evitado, por ese futuro que me ayudas a formar, por tu promesa. También quiero pedirte perdón, varias veces te he gritado. Aquella vez que jodiste mis planes... y yo no entendí el porqué, y esa vez que maldije tus regalos. Hoy, hoy amiga mía, creo que comprendo un poco mejor. Hoy creo que debo agradecértelo. Hoy me siento un poco sentimental. Hoy te digo te quiero. Gran amiga, gracias por hacer que mi vida sea especial.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Ayer fue un día extraño a la vez que divertido. Me gusta ese sitio, hay poco ruído y sólo hay conocidos. Todos entraron en la casa y yo me quedé solo fuera. Me senté y metí las piernas en la piscina. Pasó largo rato antes de que perdiera el sentido del tiempo.

Alguien se acerca por mi izquierda, ya voy cogiendo aire para darle explicaciones. Miro y no hay nadie, falsa alarma. No intento buscar explicaciones.

Sigue pasando el tiempo sin contro alguno.

Vete con esa música a otra parte. Hay quien se empeña en obligar a los demás a oir la música que ellos catalogan como "adecuada" o "divertida".

Pasó otro rato más, y me tumbé, estába incómodo físicamente, pero realmente cómodo en mi interior. El cielo tenía un color grisáceo bastante agradable para el momento. Un pequeño pájaro cruza el cielo, de una punta a otra. A pesar de su tamaño volaba a una velocidad considerada.

Me siento un tanto solo, que alguien se me acercase estaría bien. La brisa cambió de sentido haciendo que el único flotador en la piscina vinese a dar conmigo. Sonrío. Aun sigo creyendo en las señales.

La brisa recuperó su orientación original y el flotador volvió a su esquina. Yo me incorporé y me tapé los ojos con las manos. Tengo ganas de llorar, pero no hay nada en mi mente que diga el porqué. Vuelvo a tumbarme y me concentro en cosas tristes, en aquellos locos a los que tanto quiero, en aquel destino que me espera, en el tan nombrado libro que leí recientemente... y sólo consigo soltar tres lágrimas. Suena raro saber que alguien cuenta las lágrimas que caen por sus mejillas. La última vez fueron cuatro, y la anterior, dos.

Pienso repetidamente en las ganas que tengo de abrazarla. Cuando ya no sabía cuánto tiempo llevaba allí... llegó. Se acercó a mí preguntándome una y otra qué me pasaba. Le dije la verdad, no tengo razones, o quizás eso quiero creerme. Es obvio que todo sentimiento tiene un origen, pero el subconsciente humano es inteligente y es capaz de nublar recuerdos, o incluso aceptarlos congelando las reacciones a un simple "me da igual". Me da miedo saber el porqué de mi malestar.

Se sienta a mi lado y apoyo mi cabeza en ella. No sabe cuánto la quiero, ninguna acción sería suficiente para expresarlo. Una amistad sin segundas inteciones, sin conveniencias, sincera, aceptando mutuamente nuestros numerosos y pesados defectos.

Me acaricia la espalda. Sólo estando ahí me hace sentir mejor y ya sonrío de nuevo. Sin darme cuenta comienzo a hablar. Vaya, ¿todo eso me pasa? ¿por qué me afecta ahora? llevo años conviviendo con esos problemas. Es difícil decidir si querer o no a alguien. Más que difícil, es imposible. No puedes elegir sentimientos, sólo puedes elegir romper el trato con esas personas, nada más. Sigo sin entender la conducta de estos "divertidos" individuos.

- ¿En qué canal dices que viste ese programa?
- Mmmmm... Ayer, de 00:00 a 01:30 aproximadamente.
- Ahm... - no voy a insistir, no saben hablar con coherencia.

"Locos todos..."


En ocasiones uno conoce a alguien, recupera la fe, se anima un poco, y... a veces, sólo a veces, deja que entre un poco de arena en sus zapatos. Luego viene el miedo, tiene los ojos abiertos, pero puede estar bajo un profundo sueño, como todos. Parece cuerdo. La locura me persigue por cada una de las calles de esta ciudad, y las de alrededor.

Quizás sea yo el loco, quizás todos lo estemos. Quizás tengo algo que aprender, no lo sé. Aun así admito que este sentimiento cuyo nombre desconozco es realmente agradable, y debido a su templeza resulta mucho más cálido que el amor o la pasión. Es como tumbarse a mirar un cielo sin nubes, como estar solo entre tanta gente, como ser el único que entiende las palabras.

martes, 10 de agosto de 2010

- Me gustan tuz zapatos, aunque sean viejos y estén rotos...

domingo, 8 de agosto de 2010

Ellos se cuelgan pequeñas cruces de oro del cuello, pero no creen en Dios. Ellos ondean banderas cuyo significado desconocen. Ellos hablan de amor, pero no lo sienten. Ellos duermen con los ojos abiertos dando por sentado que lo que encontraron al llegar está bien, sólo por eso, porque estaba antes de llegar.

Haz una lista de las cosas que no te gustan y cambialo todo.

Siento cariño por personas que no son más que armaduras sin un guerrero dentro, y en sus pechos se oye el eco insonoro. En ellos veo mi miedo. En ellos demuestro mi valentía por saber afrontarlo. Y es que el valiente tiene miedo, y lo llama para apagarlo. Y sus conversaciones sin rumbo me aterran.

- Míralo qué bonito.
- Fui a arreglar el reloj.
- Es tan suave...
- Pero era demasiado caro.
- Míralo, es encantador.
- Tendré que comprarme otro.

Y otras conversaciones dignas de admirar, no entiendo como pueden "comunicarse", parece mágico. No hablo su lenguaje.

- ¿Qué hora es?
- Quedan veinte minutos.
- ¿Veinte minutos para qué?
- ¿No me has preguntado la hora?
- Sí...
- Pues eso.
- Pero si no me la has dicho.
- Quedan veinte minutos.
- ¡¿Veinte minutos para qué?!
- Mira, si no te enteras no es mi culpa, ¡no me estreses!

Tengo que forjar mi alma, no pienso vivir mis 17 como ellos, ni dejar que mi mente se nuble hasta quedar dormida como la de aquellos que me enseñaron que "en esta vida hay que estar despierto".

... Y así el aprendiz se ríe del maestro.
Me levanto y siento esa sensación de invierno que tengo normalmente antes de ir al instituto. Siento como si el cielo estuviera nublado... Doy un par de vueltas en la cama. Recuerdo uno de los sueños que tuve y hago una mueca, pero no le doy importancia.

Me quedo tumbado, unos minutos, mirando al techo. "Estoy deseando tumbarme en la cama y aburrirme mirando el techo, sin hacer nada". Dije esa frase durante semanas antes de terminar el curso.

¿Por dónde empiezo? El comienzo del día siempre se me hace pesado.
Me levanto, hago la cama, me pongo algo de ropa fresca y corro la cortina... está nublado, ya decía yo...

Me quedo mirando por la ventana, el cielo gris también me gusta.


Hagamos una lista con nuestros planes y luego rompámosla. Lo improvisado siempre es mucho mejor. Haz algo que no hubieras podido imaginar nada más despertar, entonces habrás vivido el día.
En poco tiempo llueve mucho.

Hablamos de sinceridad. Es difícil querer a alguien cuando le conoces por completo, sabiendo sus defectos... y su pasado. Las relaciones funcionan porque ambos usan máscaras bonitas, hasta que un día la máscara comienza a romperse poco a poco dejando ver la verdadera cara de cada uno.
Seamos sinceros. Acepto.
Es más que obvio que esto no es normal. Perfecto, nos gusta lo raro.

- ¿Soy un raro por escuchar música rara o soy un afortunado porque puedo sentir con ella cosas que los demás no pueden?

- Eres un loco afortunado.

Voy a enseñar todo lo que soy, voy a contar lo que nadie sabe. Es normal que sienta miedo. Confianza, y aceptación. La amistad consiste conocer a alguien y aun así quererle.
Abrázame si ves que mis ojos brillan un poco. Si ves que miro al suelo mientras te cuento.

- Quiero darte un abrazo cada vez que nos veamos para celebrar que nos conocimos.

Claro que quiero celebrarlo.

viernes, 6 de agosto de 2010

Que no miré las estrellas porque tenía a mi lado algo mucho más bonito.
Gracias por meter arena en mis zapatos.

- Una estrella
- ¿Fugaz?
- Sí
- Pide un deseo - río
- Ya no está - ríe