viernes, 10 de septiembre de 2010

Un día nuevo. Mis horarios y mi dormitorio están tan desordenados como mi vida. Me siento bien, más o menos. Han vuelto a preguntarme cómo estoy, lo agradezco, pero ya no sé qué contestar, se me acaban las respuestas ingeniosas. Me he dado cuenta de que he adquirido la bonita manía de mirar por la ventana cuando escribo, me relaja ver el cielo azul, típico pero precioso.

Mis despertares empeoran cada mañana. BOOM! BOOM! BOOM! Parece que mi corazón fuera a salir disparado abriendo un agujero en mi pecho. Oigo mis propios latidos, como en una película de terror. Me pregunto si alguien se dará cuenta de lo rápido y fuerte que late. A ratos duele.

Ahora late lento y suave, debe haberse quedado dormido.

Tengo planes para esta noche, comprar una botella cuyo contenido desconozco, mezclarla con algún refresco y digerirla. Haremos algunas fotos y mañana no recordaremos ni la mitad de la noche. Que cutre.

Un hombre ya mayor cuyos ojos jamás envejecieron ve como su vida se distorsiona convirtiéndose así en un sueño deforme y confuso. El cuerpo del hombre es frágil, y su alma, fácil de corromper. A veces miro sus ojos azules, como ya he dicho, siguen siendo jóvenes. Son preciosos. Debía de ser muy guapo. Su ilimitada paciencia y su actitud pacífica se convierten hoy en intolerancia agresiva. Una mala racha.

El tiempo vuela - Gritan sus ojos mostrando una mirada perdida.

Mientras, su boca te saluda como si nada, pero su cara muestra una sensación de asombro difícil de contener, como si aquello que viera fuera grandioso secreto. No sabía que este hombre me quisiera tanto. Una campana tintineante susurra lo que el guarda.

Te quiero, abuelo.

Nunca hemos mantenido una conversación larga, pero ahora muestra empeño. Serán las ganas de lograrlo antes de que nos separen. Aun así siempre me ha mirado de forma especial, y nunca me he dado cuenta. Hasta hace poco. Me mira y no retira la mirada. Y quien me mira no es él, sino el hombre joven que lleva dentro. Parece un espejo. Siento que puede ver dentro de mí cuando cruzamos las miradas. Una sensación intensa.

Estoy planteandome la idea de cerrar el blog. Aunque seguramente me decante por dejarlo abierto, en uso o desuso, pero abierto. En este blog hay tantos recuerdos y emociones como en mis adorados zapatos marrones.

2 comentarios:

Raúl Inc. dijo...

no puedes cerrarlo. no hasta que haya pasado un año desde que empecé a leerte. un año es el plazo. y respecto al primer párrafo, empieza el curso y preguntarán qué tal el verano, estoy pensando desde hace días qué responder.

pause dijo...

No lo cierres hombre! siempre va bien eso de escribir las penas .. :)