Ellos se cuelgan pequeñas cruces de oro del cuello, pero no creen en Dios. Ellos ondean banderas cuyo significado desconocen. Ellos hablan de amor, pero no lo sienten. Ellos duermen con los ojos abiertos dando por sentado que lo que encontraron al llegar está bien, sólo por eso, porque estaba antes de llegar.
Haz una lista de las cosas que no te gustan y cambialo todo.
Siento cariño por personas que no son más que armaduras sin un guerrero dentro, y en sus pechos se oye el eco insonoro. En ellos veo mi miedo. En ellos demuestro mi valentía por saber afrontarlo. Y es que el valiente tiene miedo, y lo llama para apagarlo. Y sus conversaciones sin rumbo me aterran.
- Míralo qué bonito.
- Fui a arreglar el reloj.
- Es tan suave...
- Pero era demasiado caro.
- Míralo, es encantador.
- Tendré que comprarme otro.
Y otras conversaciones dignas de admirar, no entiendo como pueden "comunicarse", parece mágico. No hablo su lenguaje.
- ¿Qué hora es?
- Quedan veinte minutos.
- ¿Veinte minutos para qué?
- ¿No me has preguntado la hora?
- Sí...
- Pues eso.
- Pero si no me la has dicho.
- Quedan veinte minutos.
- ¡¿Veinte minutos para qué?!
- Mira, si no te enteras no es mi culpa, ¡no me estreses!
Tengo que forjar mi alma, no pienso vivir mis 17 como ellos, ni dejar que mi mente se nuble hasta quedar dormida como la de aquellos que me enseñaron que "en esta vida hay que estar despierto".
... Y así el aprendiz se ríe del maestro.
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