jueves, 1 de julio de 2010

Llevo rato mirando por la ventana. Las nubes anaranjadas comienzan a volverse grises. No puedo ver la puesta de sol, pero sí sus consecuencias. Sólo he apartado la mirada un momento y ya no hay reflejo alguno.

Todo el mundo siente miedo a que la luz se vuelva oscuridad, pero nadie piensa, que podemos apreciarlo cada día. Y que millones de enamorados se citan en todo el mundo para verlo desde algún lugar bonito.

No tenemos a la oscuridad, igual que no tenemos la puesta de sol.
Tememos sus consecuencias, como tememos a las nubes grises.

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