lunes, 23 de mayo de 2011

No es que esté triste, es que la última vez que me tragué palabras se me hicieron un nudo semestral. Y ahora estamos en la fecha, ahora el tiempo se cruza y el espacio no es espacio, como la esquina en la que espera un monstruo, como el muelle donde espero yo. Un chaquetón rojo, un espejo redondo, un grupo de música, un par de anillos, un camaceo con la foto errónea, una infidelidad no consumida, unos zapatos rotos y otros decoloridos, arena embotellada, fotografías borradas y el mismo sol que ayer.

Anoche me acosté tarde, sólo tuve los ojos cerrados unos segundos antes de levantarme de nuevo de tu cama. Me acerqué a la ventana para que me diera el aire, el corazón me latía fuerte, sí, ya sabes, como me ha pasado tantas veces. Luego viento, furia, vacío. Me repito que no es real, una y otra vez, y tú me miras desde la cama, con cara de confusión. Vacío. Despertar.

Queda poca arena por caer, con el último grano decidiré qué reino.
Aunque todos sabemos que rey sólo hay uno.

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