viernes, 5 de noviembre de 2010

Soplé fuerte, pero esta vez me quedé a medio camino. No era este lado ni el otro. No había llegado al reino de nadie. Simplemente estaba en ningún sitio. Simplemente estaba. Simplemente.
Y en la oscuridad se aproximan dos reflejos de mí. Sonrientes, enmascarados. Y entre pregunta y pregunta mostraban su mofa.
- Es tiempo de elegir, y tú siempre eliges mal.
No contesté pero me respondí a mí mismo. Me dije que me quedaría estático, y cómo no sabía cuando empezar, empecé en ese mismo momento, y me quedé allí, de pie, quieto. Hasta que la oscuridad se deshizo arenosa. Y cayendo al suelo como un gran telón de terciopelo negro, dejó ver los árboles del bosque del otro lado. Había llegado. Y no sabía qué camino elegir. No sabía a quién quería ver.

1 comentario:

Cilla King dijo...

Tu modo de escribir me recuerda al mío, cuando escribía cosas que el resto de la gente no comprendía. Yo también he llegado a sentirme paranoica o loca o como quieras llamarlo en algunos momentos y la única vía de escape que he tenido ha sido sentarme delante del teclado o de un trozo de papel y vomitar palabras. Me gusta tu blog, te sigo ;)