miércoles, 11 de agosto de 2010

Ayer fue un día extraño a la vez que divertido. Me gusta ese sitio, hay poco ruído y sólo hay conocidos. Todos entraron en la casa y yo me quedé solo fuera. Me senté y metí las piernas en la piscina. Pasó largo rato antes de que perdiera el sentido del tiempo.

Alguien se acerca por mi izquierda, ya voy cogiendo aire para darle explicaciones. Miro y no hay nadie, falsa alarma. No intento buscar explicaciones.

Sigue pasando el tiempo sin contro alguno.

Vete con esa música a otra parte. Hay quien se empeña en obligar a los demás a oir la música que ellos catalogan como "adecuada" o "divertida".

Pasó otro rato más, y me tumbé, estába incómodo físicamente, pero realmente cómodo en mi interior. El cielo tenía un color grisáceo bastante agradable para el momento. Un pequeño pájaro cruza el cielo, de una punta a otra. A pesar de su tamaño volaba a una velocidad considerada.

Me siento un tanto solo, que alguien se me acercase estaría bien. La brisa cambió de sentido haciendo que el único flotador en la piscina vinese a dar conmigo. Sonrío. Aun sigo creyendo en las señales.

La brisa recuperó su orientación original y el flotador volvió a su esquina. Yo me incorporé y me tapé los ojos con las manos. Tengo ganas de llorar, pero no hay nada en mi mente que diga el porqué. Vuelvo a tumbarme y me concentro en cosas tristes, en aquellos locos a los que tanto quiero, en aquel destino que me espera, en el tan nombrado libro que leí recientemente... y sólo consigo soltar tres lágrimas. Suena raro saber que alguien cuenta las lágrimas que caen por sus mejillas. La última vez fueron cuatro, y la anterior, dos.

Pienso repetidamente en las ganas que tengo de abrazarla. Cuando ya no sabía cuánto tiempo llevaba allí... llegó. Se acercó a mí preguntándome una y otra qué me pasaba. Le dije la verdad, no tengo razones, o quizás eso quiero creerme. Es obvio que todo sentimiento tiene un origen, pero el subconsciente humano es inteligente y es capaz de nublar recuerdos, o incluso aceptarlos congelando las reacciones a un simple "me da igual". Me da miedo saber el porqué de mi malestar.

Se sienta a mi lado y apoyo mi cabeza en ella. No sabe cuánto la quiero, ninguna acción sería suficiente para expresarlo. Una amistad sin segundas inteciones, sin conveniencias, sincera, aceptando mutuamente nuestros numerosos y pesados defectos.

Me acaricia la espalda. Sólo estando ahí me hace sentir mejor y ya sonrío de nuevo. Sin darme cuenta comienzo a hablar. Vaya, ¿todo eso me pasa? ¿por qué me afecta ahora? llevo años conviviendo con esos problemas. Es difícil decidir si querer o no a alguien. Más que difícil, es imposible. No puedes elegir sentimientos, sólo puedes elegir romper el trato con esas personas, nada más. Sigo sin entender la conducta de estos "divertidos" individuos.

- ¿En qué canal dices que viste ese programa?
- Mmmmm... Ayer, de 00:00 a 01:30 aproximadamente.
- Ahm... - no voy a insistir, no saben hablar con coherencia.

"Locos todos..."


En ocasiones uno conoce a alguien, recupera la fe, se anima un poco, y... a veces, sólo a veces, deja que entre un poco de arena en sus zapatos. Luego viene el miedo, tiene los ojos abiertos, pero puede estar bajo un profundo sueño, como todos. Parece cuerdo. La locura me persigue por cada una de las calles de esta ciudad, y las de alrededor.

Quizás sea yo el loco, quizás todos lo estemos. Quizás tengo algo que aprender, no lo sé. Aun así admito que este sentimiento cuyo nombre desconozco es realmente agradable, y debido a su templeza resulta mucho más cálido que el amor o la pasión. Es como tumbarse a mirar un cielo sin nubes, como estar solo entre tanta gente, como ser el único que entiende las palabras.

1 comentario:

Sweetdie dijo...

me encanta, es sinceramente genial.Pero siento decir que soy algo torpe para entenderlo todo.Amigos entonces?
un beso